Dolor en la ONU por tragedia humanitaria
Introducción
La palabra embajador tomó un nuevo peso esta semana en el Consejo de Seguridad de la ONU. Durante una sesión marcada por informes desgarradores, Riyad Mansour, representante palestino ante Naciones Unidas, rompió en llanto al describir la crítica situación humanitaria en Gaza. Sus palabras no solo fueron escuchadas, sino sentidas por todos los presentes: niños muriendo de hambre en un contexto de bloqueo y bombardeos continuos. Su testimonio fue uno de los momentos más impactantes en medio de un llamado internacional por el cese de hostilidades.
Un grito de desesperación ante la ONU
Las imágenes relatadas por el embajador Mansour —madres abrazando cuerpos inmóviles— fueron tan poderosas que rompieron el protocolo diplomático. “¿Cómo alguien puede tolerar este horror?”, exclamó antes de llorar en plena sesión. Su intervención fue precedida por los informes de otros delegados y del secretario general António Guterres, quien denunció que la ayuda humanitaria en Gaza está llegando “a cuenta gotas”.
Crisis alimentaria en aumento
Se ha advertido que los 2,1 millones de habitantes de Gaza enfrentan niveles catastróficos de hambre. El bloqueo israelí de casi tres meses ha agravado la situación, pese a intentos recientes por flexibilizarlo. La distribución de ayuda —realizada por la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF)— ha sido caótica y, en ocasiones, violenta. Según informes, dos personas murieron y 48 resultaron heridas en Rafah, donde miles buscaron desesperadamente comida.
Reacciones y denuncias en la ONU
Durante la sesión, Sigrid Kaag, Alta Consejera para la Paz en Medio Oriente, hizo un llamado urgente para permitir la entrada de ayuda humanitaria. Más enfático fue Mansour, quien denunció: “Estas personas están siendo privadas de agua, alimentos y medicinas. Están siendo empujadas a desaparecer”. También acusó a Israel de implementar una política para destruir Gaza y forzar el éxodo palestino.
El contexto del conflicto
Desde el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, que dejó 1.200 israelíes muertos, el gobierno de Netanyahu lanzó una ofensiva militar que ha cobrado la vida de unas 50.000 personas, la mayoría niños y mujeres. Guterres ha calificado la situación como una posible “limpieza étnica”, exigiendo un cese al fuego inmediato.
La comunidad internacional, conmovida por el llanto de un embajador, enfrenta ahora un dilema moral: actuar, o seguir mirando hacia otro lado.